sábado, 27 de noviembre de 2010

Agusanado

 Y calló, lo guardó en su mente y no lo habló; y se quedó oculto, enterrado y agusanado.


Todavía hoy, después de tantos años, a veces se despierta aterrada, sentada sola, en una sala de cine; todas las noches de su vida, el terror repetía aquella visita como una cinta de celuloide que se quema, una y otra vez, justo antes de contar la historia; era un aire frío,un olor a rosas muertas, una distancia insalvable hasta la cocina y el cuarto de baño, hasta sus hijos, hasta todos esos momentos en los que el eco de la pesadilla aún la perseguía por la casa, y que solo disolvía el jabón frotado con fuerza sobre la cara y el sabor del café muy caliente, hiriente, que calmaba los gritos que parecía querer producir su garganta.

Pero un día, sonando aún el zumbido del despertador, el terror no ocultó las imágenes de su pesadilla: se vio sentada sola en la sala del Cine Hollywood, y el terror era una mano acariciando su rodilla de niña en el patio de butacas, bajo su vestido que olía a manzanas; su terror lleno de olores y de oscuridad, montado en la mano de ese hombre que, sentado a su lado, poco a poco, se perdía en ella; y mientras, el mundo entero se derrumba en sus ojos sorprendidos, perdidos en aquella sala donde rugen las pandillas y el sonido de la película parece un oleaje lejano y difuso

'Ven, cariño,cámbiate de asiento': era la voz de su tía; cada palabra que dijo la agarró con avaricia y, temblando, la hizo volar sobre el perfume de rosas espesas con el que ella disfrazaba su vejez incipiente, sobre los mares de palomitas que inundaban las manos de sus hermanos, sobre el aire oscuro donde relampagueaban los colores exagerados de los dibujos americanos, hacia el silencio, hacia ese pozo donde nunca nadie dijo nada nunca más, hacia el asiento caliente que su hermano mayor se vio obligado a cederle, hacia el hueco que dejaba aquel hombre que, de repente, abandonaba la sala sin excusarse, sin dejar tras de sí una razón que explicara por qué había sucedido aquella mano bajo su vestido, por qué el miedo erizaba los vellos de su piel y por qué nadie la defendió antes de ese cataclismo: nadie paró la proyección, ni gritos en defensa, ni una palabra que devolviera el mundo a su lugar ordenado de familia bien ordenada, al lugar que no produce otros monstruos que los de papel, los que no son dedos sobre la rodilla indefensa, sobre la niñez perdida que ese silencio, tras la mano del hombre que huía, hizo flotar en el Cine Hollywood como el recuerdo de una mala película que nunca cesa, una y otra vez, cada noche, convertido en una sinfin de imágenes rotas, negras, que ardían en sus sueños y que, al despertar, desaparecían cansinamente entre llantos.

Pero esa mañana la mano estuvo allí, y las palomitas, y los colores de la Disney sobre el lavabo, y la cobardía de las rosas muertas de su tía, y el silencio, y cada pieza encajó en su lugar y regresó despierta a su pesadilla para perseguir al hombre malo, para rescatar a la niña que había sido en la sala del Cine Hollywood, para sentarla sobre sus rodillas mientras desayunaba y explicarle con palabras de amor, despacito pero sin dejar ningún detalle expuesto a la voracidad del miedo, cada instante de aquella lejana tarde de cine, cada rincón de todas las oscuridades de sus mil pesadillas, y encendió entonces las luces de la sala, y cesó la proyección, y el llanto llenó suavemente sus ojos y ellas volvieron a mirarse, la niña del vestido que olía a manzanas y la mujer que tenía pesadillas sin nombre, y ambas ocuparon su lugar, y las dos supieron entonces que habían por fin llegado a su verdadero hogar.

Y por eso ahora, cuándo todavía algunas noches,se vuelve a despertar, aterrada, en esa sala de cine, se deja estar y llora suavemente, rescatando cada miedo, purgando cada lágrima, y sabiendo que cada una de ellas, es un hilo de aquella infancia secuestrada, un camino hacia los recuerdos que no ha tenido y que son ella misma y sus pasados perdidos

Y todo esto lo anota, en ese su cuaderno, donde guarda, celosamente, toda la historia recién vivida , sabiendo que es en ella, y gracias a ella, donde ha sido capáz de rescatarlo, y dándole por ello su lugar; pero también ahora, justo en este otro momento, deja de escribir y cesa su búsqueda del pasado; ya anotó lo que sabe  y es, por ahora, suficiente. Ahora, se encuentra sumida, en buscar otra razón, para continuar.

11 comentarios:

  1. Sabes Carmela... siempre hay un cerdo en el cine que te mete mano, con todo el morro, pero si eres mayor te defiendes y montas un escándalo. Qué mente tan ebria y perturbada puede maquiavelar tales pensamientos, sabiendo la inocencia e inofensa del más debil pajarillo.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Madre mía, pues no teníamos ni nada registrados a los maricas de cine de sesión triple que siempre andaban buscando chiquillos. Les poníamos hasta motes. La otra variedad era cuando ibas a mear a esos urinarios de estar de pie y se te ponían al lado a mirar; en esa circunstancia de más chiquillo "te pirabas" y ya de más mayor les meabas como por descuido, jua jua.
    Yo tampoco entiendo lo que anidaría en la mente de estas personas.

    ResponderEliminar
  3. El miedo y éste agusanado... pavor da pensar las consecuencias de los actos de la perversidad de los adultos en un cerebro sin defensas aún...

    Ese es el verdadero delito: las consecuencias en un crío.

    Beso, Carmela

    ResponderEliminar
  4. Existen, Felicitat, tristemente existen esas mentes perturbadas, y efectivamente, aúnque no le reste la importancia y la gravedad que tiene, un adulto tiene a veces una opción de respuesta, pero las consecuencias, en esos pajarillos indefensos, son tremendas, y muchos no remontan, nunca más, el vuelo. Y para colmo, esas bestias, a menudo, son personas que desayunan a tu lado en cualquier cafetería, tienen su propia familia y pasan por normales.
    Un beso y me alegro de verte por aquí.

    ResponderEliminar
  5. Descla, este verano, estando en la playa con mis hijos, había un cerdo que tenía una cámara de video, de esas pequeñitas, colocada en la arena y como quién no quería estaba grabando a un grupo de chicas que estaban en un grupo un poco más adelante,; le miraba sin creerlo y él dándose cuenta ni se inmutó. Me acerqué a uno de los pocos guardias que había en la playa y simplemente me dijo que él no podía decirle que no grabara; me volví para donde estábamos nosotros pero pasando por delante de él y haciéndo como que me caía le eché toda la arena que pude en su preciosa cámara con la mayor sonrisa que podía poner y el muy cerdo empezó a cabrearse, pero por suerte la gente de alrededor se dió cuenta de cual era el motivo y tuvo que marcharse. Pero lejos de sentirme bién, me encontraba cabreada por la nula respuesta de aquél policia y por no haber sido capaz de haberme dirigido directamente a él y haberme encarado hasta que hubiera tenido que marcharse.Creo que a veces los adultos no hacemos demasiado ante situaciones de este tipo.
    Un beso y nos vemos en tu agradable tertulia.

    ResponderEliminar
  6. Cualquier acto de abuso es inexcusable Marga, pero en mentes inocentes, que aún no saben ni imaginan, la maldad que puede existir en el mundo en que viven; y que no conciben, en su pequeño, maravilloso, y perfecto mundo, actos semejantes; y si además no encuentran una mano que les ayude a entender porqué se ha derrumbado el mundo a su alredeor, la única solución que tienen para subsistir es aislar ese suceso de su vida, borrarlo, enterrarlo y olvidarlo; y las consecuencias que ello les acarrean, la mayoría de las veces, son devastadoras.
    Un beso grande, Marga

    ResponderEliminar
  7. La verdad es que me contengo para que no te cierren el blog, pero los pederastas despiertan en mí instintos que no sabía que tenía. Vamos, que de repente me convierto en un defensor de la pena de muerte...lenta... y cosas así.
    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Qué buen texto, Carmela, aunque sea para narrar una historia tan triste y originada por una motivación tan sórdida. ¡Te vas superando a ti misma!

    Es un perfecto relato de una de las formas más crueles que existen de perder la inocencia, que a mi entender tiene mucho que ver con la pérdida de la confianza en él que proviene de la pérdida de la confianza en nuestros semejantes, aquellos que lo habitan junto a nosotros.

    Porque esa mano es la quiebra de mi derecho a ser tocado sólo por quien yo elija, es la puesta en cuestión de mi soberanía sobre mi propia piel, quebrantada por el otro ante el cual me hallo indefenso y sin capacidad de reacción. La violencia que conlleva ese acto, violento aunque ningún golpe haya tenido lugar, no es de las que dejan huellas en el cuerpo, pero sí en el alma.

    Pero es también la quiebra de mi confianza en que los que me quieren me protegerán de los males del mundo si tienen la oportunidad de hacerlo, y por tanto, la puesta en cuestión del amor que me profesan o de lo que creemos que debe significar ese amor.

    Por eso las consecuencias de una acción como esa pueden ser devastadoras. Después de lo sucedido, ya no puedo ser igual porque ya no veo el mundo con los mismos ojos amables, inocentes, agradecidos. El mundo, que incluye a todos aquellos que me rodean, se ha convertido en un lugar hostil frente al cual hay que defenderse.

    Tan devastadoras que algunas personas nunca llegan a superarla por muchos años que pasen y siempre andan en pugna consigo mismas por recobrar esa confianza perdida incluso cuando encuentran el amor que protege y cuida y jamás dañaría, cuando tienen la suerte de hallar a quienes se merecen sin lugar a dudas esa confianza.

    Un beso!

    ResponderEliminar
  9. Gracias Antígona por tus palabras de halago sobre el texto, viniéndo de tí, significan mucho, porque sabes que admiro como escribes.
    Pero el mérito no es mío sino de la historia. Hay historias que tienen que ser contadas y salen solas, acurrucadas por las palabras, escritas con amor. No soy escritora, núnca lo había hecho, ya lo sabes, solo algunas ideas y pensamientos, en un cuaderno, para mí, para mi misma; pero este blog nació para contar algunas de ellas, que se quedaban muertas en un frío trozo de papel; aúnque precisamente son las que más tarde están saliendo y quizás seán de las últimas que aparezcan. No se.
    Y si, la pequeña protagonista queda marcada para toda su vida y vivirá siempre luchando por mantener una confianza que no logra sentir plenamente, por mucho que se sienta querida.
    De nuevo gracias por tus palabras y un beso!

    ResponderEliminar
  10. Magnífica narración, sobre esta historia de miedos y opresiones. Me encantan esas palabras del final que dejan la puerta abierta ala esperanza para luchar contra el elemento que más coharta nuestra libertad, el miedo que nos han inyectado. Besos.

    ResponderEliminar
  11. Gracias Leovi, es una historia que me costó mucho colgarla pero que quería, necesitaba colgarla. Y sí, una puerta apareció en la protagonista para recuperar su pasado y poder afrontarlo.
    Un beso.

    ResponderEliminar