Quizás es lo que me queda, una fiebre que sigue en mis venas a pesar de
todo, a pesar de la vida tal cual pasa. ¿El cuerpo vive y siente ajeno a
las heridas del alma o es el alma quien herida busca sentir en el cuerpo?,
quien sabe, pero lo cierto es que para seguir viviendo tengo que asomarme a la
vida, a su luz, su alegría, su exceso y su “poder con todo a pesar de todo”.
Aspirar fuerte y dejar salir el vaho frío, el húmedo, el maloliente, y
aspirar profundamente toda la belleza que me rodea y que solo hay que querer
mirar. Y por encima de todo, buscar y vivir el mar, la mar, el agua inmensa
que todo lo llena, lo moja, lo lava. La que todo lo ocupa, y a la vez,
escurre y escapa de todo. El mar, que a pesar de su inmensidad nos regala tanta
belleza, nos la cede. El mar, quien pudiendo desbordarse, se contiene y se retrae y
vuelve cada día a besar la arena. Cuanto más me duele algo, cuanto mejor veo
algunas cosas que no pude ver en su momento porque miraba con el corazón y no
con la claridad que ahora las veo, más
ganas tengo de sentir la belleza que sentí y no perderla.
Abrir los ojos y mirar, vivir la belleza que hay, sentir la dicha de poder
verla y apreciarla en lo que vale. Y escuchar un corazón que por encima de todo
amó, ama y no quiere dejar de hacerlo y
que en el mar encuentra toda la belleza de la vida. No sé, Lola, si esto te
acerca algo a lo que siento, a tu pregunta de cómo el exceso salva. Algo así,
que no es exactamente esto pero que se le aproxima.
Si, lo has explicado bastante exacto. El agua lava, El mar con su sal cicatriza las heridas. El mar es salado como las lágrimas y sumergidas no se notan. El mar es el líquido amniótico en el que no pensamos. Y la belleza es su inmensidad y su desprecio porque va y vuelve recogiéndote a la vez que te abandona.
ResponderEliminarUn beso.
Bueno, ese es solo un lado, pero está el otro, el lado que realmente me llena y me gusta y el que parece que no he llegado a describirte. Mojarme los pies andando por la orilla....un día lo haremos juntas y seguimos hablando de ello. ;)
EliminarUn beso, Lola.
Yo soy muy de orilla...
ResponderEliminarLargos paseos con el agua por los tobillos... :)
EliminarUn beso!!
Creo que sí, que te has explicadao.
ResponderEliminarYo también creo que el exceso (la plenitud que produce el exceso) salva.
La plenitud de la vida, de la belleza, de la luz, ese poder con todo a pesar de todo....es la clave, mi clave.
EliminarUn abrazo, María Jesús.
Para compensar los cráteres, los abismos,los pozos, lo oscuro está-por suerte- el exceso: el mar excesivo, el amor, la luz de la mañana. Poder gozar del mar cotidianamente (¡de ese mar tan bello de tus fotografías!) te vuelve una privilegiada.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmela.
De un lado la penumbra, la semioscuridad de una habitación que contiene una parte, y del otro la luz, la vida, ... si, tengo suerte de gozar del mar, Betina. No podría vivir mucho tiempo lejos de él, eso lo sé.
EliminarUn abrazo para ti, Betina.