Pero aún hoy, una amplia sonrisa......

A veces, como hoy, días especialmente cargados de recuerdos y, por qué no, especialmente melancólicos, leo y releo una vieja hoja guardada entre las hojas de uno de los pequeños cuadernos que tengo. Me encantan los cuadernos, me gusta escribir en ellos todo lo que voy sintiendo, con lápiz y a mano, palabra a palabra tal y como salen desde dentro,  sin correcciones  ni revisiones, volcadas tal cual.  No sé cuantos tengo. Muchos. Me encanta cuando hago un viaje traerme siempre uno de recuerdo. Pero no es de eso de lo que iba a hablaros. Esa vieja hoja, doblada en cuatro partes y que ya amarillea y  se le señalan los dobleces, contiene una lista de pequeños milagros diarios, una lista de pequeñas y cotidianas cosas que, sin embargo para mí, representaban un regalo de la vida cada día.  Algo cada día. Pequeños detalles, gestos, logros diarios, sonrisas recibidas, una flor entre ladrillos, una voz amiga..., un milagro cada día. Podría escribirla de nuevo, podría copiarla, por ejemplo, en el ordenador y se conservaría en el tiempo, pero para mí no sería lo mismo, no, y tampoco creo que hoy fuera capaz de volver a escribirlas como pequeños milagros. Pero lo son en ese viejo y arrugado folio, y lo son porque creí verdaderamente en ellos cuando los fui añadiendo, uno a uno, cada día uno. Hace ya tantos años de aquello. Pero aún hoy, cuando la leo, una amplia sonrisa acude a mi cara, y eso es también un pequeño milagro de este día. ¿O no?.