Paseando por París

Me gusta pasear muy temprano por las ciudades que visito, y  París invita a ello.

Un frío que, nada más pisar la calle, te despierta de golpe, la luz incipiente del nuevo día y un agradable olor a pan recién hecho.  

Aunque ya me he tomado, antes de salir a la calle, el primer café de la mañana , ese olor a pan recién horneado y el humo caliente que se escapa de las tazas de una pareja que, como yo, ha madrugado, me invitan a pasar y saborear un buen desayuno en el calor de la cafetería que hay en la esquina de la calle. 

Chaquetón, guantes, bufanda, el alma caldeada y, de nuevo, en la calle.

Salir al río y sentir de sopetón el saludo fresco que emana de sus aguas. 

Las luces de las farolas aún encendidas y el sol que se intuye a la espalda de Notre Dame, invita a superar el frío y seguir caminando.

Se nota que es domingo y  las pocas personas con las que me cruzo van, como yo, simplemente paseando y otras -bastantes, la verdad- haciendo footing, pero en muy poco tiempo, las calles se van llenando y el bullicio ocupa todos los espacios antes vacíos.

Creo que podría andar eternamente por las calles de París….

 Tears From My Eyes; Detroit Blues Band

El beso, de A. Rodin

Y perderme entre tus calles sin otro objetivo que sumergirme en ti, saborearte y latir al unísono,

como dos amantes fundidos en un beso eterno.

Andrómeda, c. 1882-1885. Musée Rodin, París.