Quizás es hora de aligerar la carga de la mochila, respirar hondo y dejar paso simplemente a la luz de la mañana sin esperar nada más, sin exigirnos nada más. Respirar esa brisa que va creciendo en el aire según crece la mañana y dejar que las gaviotas terminen ese recorrer loco sobre la orilla sin saber muy bien a qué obedece. Y es que hay momentos, como éste, en el que no podemos hacer nada más, y más aún, es que no debemos hacer nada más. Solo estar y sentir la brisa, respirar el amanecer para vivir el siguiente atardecer y observar, sin nada que esperar, como la noche se hace dueña de esas horas que insisten en hacerse eternas. Todo no sirve, todo no vale, y porque lo sabes te cuesta aceptar que no es tu obligación salvar cada día. Y quieres amanecer en otra ciudad, Quizás París, que siempre te llamó, pero sabes que no tiene mar. Su río es hermoso, pero no es el mar. También te apetece perderte por Roma mientras recuerdas el paseo junto al río bajo esos grandes y frondosos árboles, el color rojo y el ocre, y ese olor a humo de castañas, Y te preguntas si ahí, o en realidad en cualquier otro lugar, podría existir un mar que acallara la soledad de cada amanecer lejos de esa orilla cada vez más lejana.
Aunque, en realidad, tú ya sabes la respuesta.
Si de algo estoy seguro es que, París, ni pensarlo. Ahí empezó el fin de algo que fue de lo mejor que me pudo pasar en este mundo.
ResponderEliminarSé de lo tuyo con Paris, aunque deberías darle una segunda oportunidad a esa ciudad 😜
EliminarUn beso
Soy yo, Carmela, Erik, desde el móvil en casa de mi madre, no quiere reconocerme
EliminarQué bien me ha venido leerte hoy.
ResponderEliminarY sí, la respuesta la sé, y en el mundo sólo hay cinco continentes.
Si te vino bien, yo me alegro :))
EliminarBeso grande, Tracy
Es lo que nos sucede en Zaragoza. Tenemos el Ebro, pero no es el mar.
ResponderEliminarUn beso.
Pues me temo que es ciertoi Macondo, no es el mar :)))
EliminarUn beso grande
Carmela please put a google translate button.
ResponderEliminarThe photo is perfect!!
Have a nice day!
Lo intento hacer ahora, que ya estoy en mi casa Katerina.
EliminarUn beso
Cuando uno se plantea aligerar la mochila, es que ya es hora de dejarla, o aligerarla.
ResponderEliminarUn buen texto. Un abrazo, grande, Carmela
Creo que sí, Albada, que ya es la hora o el momento.
EliminarUn beso
Mi ciudad refugio no tiene el romanticismo que desprende París, pero es otra clase de romanticismo. En una cultura lejana, en una isla grande, en un archipiélago lejano. Una ciudad lo suficientemente grande como para albergar muchos contrastes. Puedes pasar de un ambiente futurista a otro prácticamente rural, en unos pocos cientos de metros. Costera y más tranquila que sus vecinas, es la ciudad de mis sueños. Allí donde Okanuh me lleva en mis fantasías. Se llama Osaka que significa gran colina.
ResponderEliminarComparto contigo, lo sabes, esa necesidad de tiempo propio, de burbuja donde recogerse, de calma y paz; recogimiento e introspección, creo que son los valores que nos mantienen en pie. Un abrazo.
Creo que Okanuh te conoce. bien y sabe que Osaka es tu lugar, y yo me alegro de ello, de que tengas ese lugar y de que en tu vida esté Okanuh.. Y sí, lo sé, sé que ambos necesitamos esos valores para mantenernos en pie. Y estábien.
EliminarUn beso grande
Hasta un charco puede emocionarnos si tenemos el corazon dispuesto a soñar, pero como el mar no hay otra inspiración, y ese mar que nos traes es una musa maravillosa. Abrazucos
ResponderEliminarEs cierto Ester, lo primero de todo es estar dispuesta a soñar, y luego, cada una tiene su propia inspiración. Un besote
EliminarDescribes muy bien esas sensaciones, que la soledad nos traen.
ResponderEliminarBesos.
EliminarCreo que me lees muy bien, Alfred.
Un beso grande
Cuando amanecer cada día, es un milagro que agradecer, respirar la brisa que el mar ofrece. Más que una obligación, es una receta curativa y sanadora.
ResponderEliminarAnte la inmensidad de ese mar que nos abraza, se difuminan los septiembres parisinos, la belleza renacentista de Italia y hasta el verdejo de Rueda se olvida de su frescura frutal y acariciante.
Y en la quietud de la tarde, en cualquier estación, siempre es envolvente, acogedor y brillante el saxo de Coltrane.
Has retratado, a la perfección, la breve historia de mis días.
Besos, amiga.
Ayy Juan, y yo que me tomaría ese verdejo de Rueda bajo el sonido de Coltrane y junto a ese mar, contigo :))
EliminarUn besote
Tu sitio está junto al mar, en esa casita que te salva de todo lo hostil. Un lugar de reposo e introspección que te hace encontrar lo mejor de ti misma.
ResponderEliminarUn beso.
Este martes, vuelvo allí por unos días. estoy deseándolo, aunque podré moverme poco, llevo un pié roto, pero allí poco me importará eso.
EliminarUn beso grande, Ilduara
Puedes aligerar la mochila, pero no prescindir del mar, forma parte de ti. Me he fijado en la tipografía de tu texto y me gusta, no sé qué estilo es.
ResponderEliminarBesos dulces Carmela y dulce fin de mes.
La fuente se llama, Macondo Swash Caps.
EliminarSi, el mar no es algo prescindible en mi vida :))
Un beso, Dulce
Gracias :)
EliminarUn beso dulce más para ti.
Si tenemos la suerte de vivir cerca del mar y dejar que nos abrace, no habrá en el mundo otro lugar mejor...
ResponderEliminarPreciosísimo!
Un beso
Tú lo sabes bien :))
Eliminarbesos, Lunaroja
Con vivir cerca del mar, la mitad de tu vida debe ser fabulosa. La otra mitad ya la tienes Ay Carmela.
ResponderEliminarBesos
Sé que tengo suerte de vivir junto al mar, lo sé bien :))
EliminarUn beso de mar
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo es solo vivir por vivir cerca del mar, es saber apreciar su belleza y sentir intensamente esa paz que nos transmite cuando nos paramos frente a él. Se trata de bebernos el mar sorbo a sorbo, con todos los sentidos, algo que no todo el mundo consigue. Solo algunos afortunados como tú, Carmela. No hay más que ver con qué delicadeza no ausente de pasión lo describes, lo fotografías, lo mimas...Sí, eres afortunada. Pero no solo por el hecho de vivir junto al mar, sino porque has aprendido a hablar con él ya estrecharlo con tus brazos de poeta enamorada. Y él te devuelve toda esa pasión con sus bellos atardeceres y su inmensa paz. Yo, que soy de tierra adentro, cuando voy en su busca, me paso las horas mirándolo. Apenas necesito nada más para volver renovado y feliz.
EliminarMe encanta el jazz y la música suave del saxo, sobre todo en las noches silenciosas. Gracias por el vídeo, un complemento ideal para tu precioso texto y tu magnífica fotografía.
Me llevé una gran alegría al ver tu comentario en mi blog. A pesar de la distancia y de los inconvenientes del tiempo disponible, es hermoso saber que hay alguien al otro lado que se acuerda de ti. Y, a pesar de mis ausencias a veces prolongadas, jamás me olvido de vosotros.
Fuerte abrazo, querida Carmela.
Hola Joaquín, lo primero de todo decirte que yo también me alegré mucho al asomarme a la lista de lectura de blogs que sigo y ver una entrada tuya, me asomo ahora poco, por diversos motivos, y como te digo, me alegré mucho de poder leer tu última entrada. Hacía tiempo que no te visitaba y siempre es un placer hacerlo. Como te decía ahora me asomo poco y subo menos entradas de las que quisiera pero por un lado, algunos problemas médicos que se van encadenando unos con otros y de los que no termino de salir y por otro lado el cuidar a mi madre de 96 añitos me impide hacerlo, pero siempre que puedo intento visitar los blogs amigos y subir entradas. Me gusta siempre visitarte.
EliminarCoincidimos en el gusto por la música suave del saxo y por disfrutar observando al mar, yo tambien puedo permanecer horas haciéndolo y siempre me trasmite paz y serenidad.. Sí, creo que él y yo nos llevamos bien :))
Un fuerte abrazo, Joaquín
Has descrito de manera muy bella ese cúmulo de sensaciones que da la paz de esos instantes cerca del mar. Es contemplar la belleza genuina a nuestro alcance.
ResponderEliminarRoma y Paris, tienen su encanto. Pero el mar...ay el mar...
Besos, Carmela.
Belleza genuina....tienes toda la razón Maripaz :))
EliminarUn beso grande
Me puedo pasar horas contemplando mi querido Mediterráneo.
ResponderEliminarAbrazos.
El mar nos atrae y nos envuelve.
EliminarUn beso, Conchi
Mi querida CARMELA, dejar ciertas mochilas q nos han acompañado durante -a veces- demasiado tiempo, no es fácil, pero sí necesario cuando su peso se nos hace insoportable y cuando esa soledad se clava en el alma, sí respirar..respirar muy muy profundo y dejar q la brisa del mar nos inunde por dentro y perder la vista en su horizonte para q se abrace a nuestros ojos ...No sé q más decirte cielo, es precioso lo q has escrito pero se notan tan tristes y doloridas tus letras ...no sé si es q he leído q tienes un pié roto y se me ha contagiado ese dolor ... ojalá te recuperes pronto y q todo deje de doler ...un beso grandísimo CARMELA ..Coltrane tb cura ; )
ResponderEliminarHola, de nuevo, Maria. A veces pesa un poco la nostalgia que se acumula en la mochila y hace que pese más de lo debido o de lo que podemos llevar a cuesta, pero respirando el olor a salitre y perdiendo la vista en el horizonte del mar, se aligera siempre ese peso de mas.
EliminarEl pie, pues si, llevo dos meses y medio con mal diagnostico, me decian tendinitis, y es fractura, así que como imaginarás lo tengo bastante fastidiado. Espero ir mejorando, aunque ahora costará un poco más que se quede bien.
Todo tiene un nuevo amanecer, asi que no te preocupes y como bien dices, Coltrane, ayuda. Besossss